Las frutas desecadas son una fuente de energía muy importante, gracias a su gran concentración de nutrientes.
En su composición se destaca un alto contenido en hidratos de carbono, los cuales se encuentran en forma de fibra vegetal que permiten la liberación de la energía de manera gradual y constante, evitando cambios de glucosa bruscos en la sangre. Por otra parte, su fibra no soluble mejora el tránsito intestinal y reduce la tasa de colesterol.
En la cocina, las frutas desecadas son un ingrediente muy agradecido y versátil, pues resultan apropiadas para preparar platos dulces o salados, fríos y calientes.
Su sabor intenso, predominantemente dulce, las hace ideales para la elaboración de postres, ya sea como ingrediente principal o como una forma saludable de sustituir el azúcar; y les aportan, además, algunos matices de sabor. Las posibilidades que ofrecen en este campo son casi infinitas: pueden servir en la preparación de bizcochos, pasteles, compotas, budines e incluso mermeladas, pues en algunas, especialmente en las de duraznos, la fruta fresca puede sustituirse por la deshidratada.
Asimismo, se ha utilizado en la elaboración de recetas con cereales, en verduras rellenas o acompañando a carnes y pescados, ya sea como guarnición o como base para la elaboración de caldos y salsas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario